
En 1991 publicamos la nota “¡Fuera Dragas!” denunciando deficiencias e inutilidad de aquel trabajo en nuestro río. Ahora en cambio, pedimos el dragado urgente y efectivo en su desembocadura.
Gustavo Rivas
Colaboración
Historia: Durante el siglo 19, la ensenada Bellaco-Ñandubaysal -poco profunda- constituía un obstáculo a la navegación. En las bajantes, los barcos solían esperar una semana a causa de las varaduras. Todo dragado era inútil; arena y barro volvían al canal.
El 1904 se construyó allí una doble escollera de piedra. Ésta llegaba hasta el km 3,9 (medido desde la boya km 90 del Uruguay, que era a su vez Km cero del Gchú.,). Aquella contención era suficiente, porque fuera del tramo, la profundidad natural iba en gradual aumento hasta el canal del Uruguay, que alcanzaba de 9 y 13 metros. No obstante, la denominada “barra del Gualeguaychú” recibía un dragado periódico. Ahora ya no ¡desde hace veinticinco años! Además, la naturaleza ha operado cambios. Después de l959, el banco “La Inés” se consolidó y ahora es una isla de 3,5 km.
El problema actual. Muchos creen que esa isla termina en la punta sur que tenemos a la vista, frente al Anglo, como se ve en los mapas. Pero no: desde ahí una lonja se ha prolongado peligrosamente debajo del espejo de agua. Esa lengua subacuática, ha avanzado y hoy ¡atraviesa el canal de acceso! reduciendo su profundidad casi a cero.
Agrava el panorama, la existencia contigua de otro banco en formación del lado argentino frente al Bellaco. Y otro más del lado uruguayo frente a “Las cañas” Por ahora emerge sólo en bajantes; pero hace 20 años no existía y en otros 20, será otra isla más de tierra firme.
Es decir que hoy, la salida de nuestro río está taponada y tiende a agravarse. Para ponerlo en números: hace unos años, cuando el hidrómetro de la boca marcaba 1,90 m, en las cercanías de la boya 90 había 5m. Hoy con esa profundidad en boca, cerca de la ex 90 tenemos apenas 1,20m.
No es todo el problema; las escolleras terminan en el Km 3,9 y en medio de ellas hay una profundidad que la obra preserva. Pero ni bien se sale de las mismas, hacia el S.O., el calado se reduce abruptamente en 2,50 m. O sea que, además de la prolongación del banco La Inés hay otro tapón al finalizar las escolleras. Ambos aparecen demarcados en la foto satelital adjunta, meritorio trabajo técnico y gentileza de Arturo Zubillaga.
Lo que perdemos: El efecto más palpable se percibe en la navegación zonal. Este verano, un solo velero pudo salir para participar en la tradicional regata binacional llamada “de carnaval”. Pero el problema no se circunscribe a la navegación deportiva. También impide los beneficios del turismo náutico, una de las franjas más apetecidas del rubro, por su alto poder adquisitivo. Antes ingresaban acá lujosos cruceros y veleros; ahora pasan de largo y se los ve por centenares en el río Uruguay especialmente en la zona de Concepción, Colón, San José, Paysandú e islas de la zona. En el puerto de Fray Bentos solemos ver surtos, buques de pasajeros.
A lo largo del Uruguay hay muchos puertos del lado oriental que aprovechan bien ese turismo: Palmira, Carmelo, Soriano y muchos barcos ingresan hasta Mercedes remontando el Yaguarí/Río Negro. Nosotros podríamos habilitar, en instalaciones ya existentes, un puerto náutico, o bien construir uno sobre el río Uruguay para sumarnos a esa jugosa veta. Pero no podemos: estamos taponados, somos la cenicienta del río, con tanta belleza para mostrar.
Peligro potencial. No termina ahí el problema y dejamos lo más preocupante para el final. Nuestra creciente máxima a nivel local fue la del 78, originada por lluvias en la cuenca de nuestro río. Por entonces, la desembocadura estaba libre de este problema. Pero si se repitiera esa situación, ante una creciente del Gchú., esa obstrucción en la salida podría resultar de tal incidencia, al afectar el normal escurrimiento, que quedaría relativizado tema de “Amarras”, si comparamos las posibles consecuencias.
La solución. Es sencilla: ya que pronto se va a dragar el canal el Uruguay en esta zona, sería oportuna una ampliación que abarque al canal de ingreso al Gchú., e ir pensando, previo estudio especializado, en la posibilidad de prolongar las escolleras, y/o construir otras en lugares críticos. De lo contrario, sería triste para nuestra comunidad, que durante un siglo y medio tuvo el río como vía primordial de comunicación, verse privada de la fiesta de la naturaleza que disfrutan otros.
Y además, peligroso.
http://www.eldiaonline.com/preocupante-se-tapona-rio/
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